miércoles, 11 de marzo de 2009

Los grandes aliados



No buscamos decir ganesh y gea son lo mismo
sino explicar
porque hay una afinidad natural, ganesh y gea lo que defienden es la felicidad como un derecho de la existencia, el disfrute de las cosas q nos rodean y nos da la vida alcanzando así la plenitud y el disfrute con la colaboración para el todo .
El tema de como se genera el amor en base a la felicidad y en el memorar los recuerdos sean buenos o malos, alegres o tristes, suelen ser evocadores emocionalmente y de alguna forma eso genera felicidad. Nunca olvidar el festejo, la dicha y la alegría que se comparte no solo en un ambiente físico sino que energético también,
es el disfrutar de la existencia vivir y encontrar la felicidad sin herir a los otros aunque existen aquellos que busquen lastimarles.

Es generar paz y felicidad volviéndose una condición de vida personal.






Ganesha:

Considerado como un dios, el elefante es un animal sagrado y venerado desde hace más de 5.000 años. En el nacimiento del mundo, Brahma - dios creador en la religión hindú - creó a Airavata, antepasado de los elefantes y el primero en salir de la concha fundadora del dios. Sus poderosas piernas serán los cuatro pilares que sustentarán el peso del universo. Más tarde, la montura de Indra, divinidad hindú que preside el rayo y la guerra, estará representada por un elefante.

En la mitología hindú, la cabeza de elefante del dios Ganesha es el resultado de una espantosa tragedia. Hace mucho tiempo, la diosa Parvati, esposa de Shiva, dio a luz a Skanda, su primer hijo. Fue tal su alegría, que de sus senos empezó a manar leche sagrada. Con la mezcla de ese néctar divino y la pasta de sándalo con la que se untaba el cuerpo, la diosa modeló a su segundo hijo, Ganesha, a quien confió la protección de su palacio. Lleno de celo, Ganesha impidió al mismo Shiva que accediera a la morada de su esposa.

Presa de una cólera terrible, Shiva cortó allí mismo la cabeza del joven testarudo. Parvati, desesperada por este acto de barbarie, amenazó con destruir todo el universo. Para apaciguar el rencor de su esposa, Shiva le prometió que cortaría la cabeza de la primera criatura que pasara cerca del palacio y la colocaría en el cuerpo del divino niño. Esa primera criatura fue un elefante que paseaba por el lugar y así es como terminó con una cabeza de elefante encima de un cuerpo de niño.

Con su vientre rechoncho y su aire bonachón, suscita la simpatía popular. Protege el hogar y trae suerte en las empresas comerciales, por lo que se le suele ver en los comercios y encima de la puerta de las casas. Ganesha también es la divinidad de los estudios y de los intelectuales: es el símbolo del conocimiento, y los estudiantes indios lo invocan para aprobar sus exámenes. Asimismo, representa la armonía entre el hombre y el universo en una simbiosis perfecta.

Este dios sonriente siempre aparece acompañado por su montura preferida, un ratón. La fuerza del elefante queda así asociada a la habilidad del minúsculo roedor, una alianza inédita destinada a vencer todos los obstáculos de la existencia.

El aniversario del nacimiento de Ganesha se celebra con una gran fiesta anual festejada por todos los hinduistas del mundo. El Dios elefante es muy glotón, razón por la que se le presentan numerosos alimentos. Esas montañas de vituallas, que se acumulan en su honor, se transportan seguidamente hasta las orillas del océano Índico o se lanzan a las olas, para que se hundan junto a Ganesha.

El elefante también tiene un papel fundador en el budismo indio. Sucedió que, quinientos años de la era cristiana, una hermosa noche de verano, la reina Maya, una virgen dotada de gran belleza, recibió la visita de un elefante blanco. El animal penetró en la cámara real llevando delicadamente en la trompa una flor de loto.

Según otras versiones, la reina Maya soñó que el elefante blanco, que procedía de la Montaña de Oro, entraba en su cuerpo. Este animal onírico tenía seis colmillos, que corresponden a las seis dimensiones del espacio indostánico: arriba, abajo, atrás, adelante, izquierda y derecha. Los astrólogos del rey predijeron que Maya daría a luz un niño, que sería emperador de la tierra o redentor del género humano. Aconteció, como se sabe, lo último. Nueve meses después de ese sueño, la casta reina dio a luz a Buda en los apacibles jardines de su palacio.

Desde entonces, en el sureste de Asia se venera al elefante blanco. El color blanco significa humildad y el número seis es sagrado. El elefante blanco es en realidad de un color gris claro y goza de un verdadero culto en Laos, antaño llamada "reino del millón de elefantes", en Myanmar (antigua Birmania) y en Tailandia.

Los budistas de estos países consideran a los elefantes albinos, especies rarísimas que padecen una despigmentación generalizada, reencarnaciones de Buda. Por esta razón se les prodiga todo tipo de honores y tienen derecho a recibir la mayor atención por parte de los hombres. En Myanmar, el elefante blanco recibe los mejores alimentos, servidos en bandejas de oro y plata. Algunas mujeres han tenido el inmenso honor de amamantar a un elefantillo blanco.

Según la leyenda, un elefante blanco que transportaba una reliquia de Buda (un diente) escogió el lugar en el que los hombres edificarían la gran pagoda Shwedagon, en Rangún, la capital de Birmania. En Tailandia, el elefante blanco fue durante mucho tiempo el símbolo que figuraba en la bandera nacional. En la actualidad todavía hay muchos tailandeses que comparan el contorno de su país con la cabeza de un elefante.

Ganesha es considerado como el animal sagrado por excelencia, el elefante blanco es propiedad del rey y representa la felicidad y la prosperidad del país. Así, una de las distinciones más importantes de Tailandia es la "Orden del Elefante Blanco".




Ganesha rodea el universo

Los dos hijos de Shiva y Parvati fueron llamados Ganesha y Kartikeya. A medida que pasó el tiempo, ambos llegaron a tener un gran deseo de casarse. Suplicaron a sus padres, "Por favor, por favor encontradnos unas esposas adecuadas. Elegid vosotros. Estamos deseando casarnos. A menos que estemos felizmente casados, sentiremos que nuestras vidas estarán vacías."
Shiva y Parvati estaban más que contentos de satisfacer la petición de sus hijos. "Os encontraremos a ambos unas hermosas esposas", prometieron.
Desafortunadamente, Ganesha y Kartikeya tuvieron una terrible discusión. Cada uno de ellos quería casarse el primero. Ganesha quería casarse antes que Kartikeya porque él era el mayor de los dos, y Kartikeya quería casarse antes que Ganesha porque pensaba que el más joven debía tener la primera oportunidad.
Shiva y Parvati tenían ahora un serio problema entre manos. No podían decidir a quién complacer y a quién negar. Por fin Shiva dijo, "Hagamos una cosa: el que pueda viajar hasta los confines de la Tierra y volver primero, se casará primero."
Kartikeya emprendió inmediatamente su viaje. Su vehículo fue un pavo real. Pasaron tres años y todavía no había alcanzado los confines de la Tierra. Mientras, el barrigudo Ganesha permaneció en casa divirtiéndose. Sabía que no podía esperar mantener el paso de su atlético hermano.
Cuando Shiva vio que Ganesha ni siquiera había comenzado la carrera, le dijo, "¿Qué estás haciendo? ¡No has comenzado aún! Cualquier día, en cualquier momento, Kartikeya volverá. ¿Qué te pasa? Ganesha permaneció callado y Shiva continuó: "Sé lo que estás pensando. Mientras puedas casarte, es suficiente. Ya no te preocupa más quién sea el primero o el segundo. Por eso no estás apurado. Has aceptado tu derrota."
Ganesha sencillamente sonrió a su padre y continuó con sus rutinas habituales. Un día, un pensamiento cruzó por su mente: "Estoy seguro de que ahora mi hermano ya habrá llegado a las más remotas latitudes de la Tierra y está en camino de regreso a casa. Ahora es el momento de que yo actúe". Fue a bañarse al río y luego rodeó a su madre, Parvati. Tras completar una vuelta, se bañó otra vez y de nuevo rodeó a su madre. Siete veces se bañó y siete veces dio una vuelta alrededor de ella. "¿Qué estás haciendo, hijo mío?"–preguntó Parvati. "Madre, ¿no has leído nuestras escrituras sagradas? –respondió Ganesha. Los shastras nos dicen que tú eres la Madre Divina; tú eres el mundo entero, el universo entero. Yo he dado la vuelta a tu alrededor no una sino siete veces. Eso significa que he ido alrededor del mundo siete veces. ¿Acaso no tengo derecho a casarme el primero? "¿Qué clase de lógica es esta"–objetó Shiva. Ganesha presentó su argumento: "Si no consideras a mi madre como la Madre Divina, si no crees en los Veda, ¿por qué le dices a la gente que honre los Vedas? Tú siempre dices que los Vedas son correctos y perfectos. ¿Cómo puedes justificarte?" Shiva comprendió que su hijo tenía razón. Parvati era el universo entero. Para demostrar su aprobación por la acción de Ganesha, Shiva y Parvati encontraron no una sino dos hermosísimas esposas para él. Sus nombres eran Buddhi y Siddhi. Cada esposa dio a Ganesha un hijo. Ganesha llamó a sus hijos Labha y Laksha. Él estaba muy orgulloso de su familia y vivieron la vida más feliz juntos.
Los abuelos, Shiva y Parvati, también eran extremadamente felices con sus nietos. Pero a veces un poco de tristeza entraba en ellos cuando pensaban en el pobre Kartikeya. Había estado ausente tantos años…, y no sabían cuando regresaría.
Cuando Kartikeya se acercaba a su hogar, vio al sabio Narada, y le preguntó: "¿Cómo va todo? Dame algunas noticias". "¿Cómo va todo?" –replicó Narada– "¿Por qué vienes tan tarde?" "¿Qué quieres decir?" –preguntó Kartikeya– "¿Ya ha regresado Ganesha?" "Si" –dijo Narada– "Está casado, tiene dos esposas, y cada una de ellas le ha dado un hijo. ¿Cómo has podido dejarle reclamar la victoria?" Al oír las noticias de Narada, Kartikeya se puso furioso. No aceptó para nada la interpretación que Ganesha había hecho de los shastras. Llego a la casa y vio con sus propios ojos que Ganesha era extremadamente feliz con sus esposas e hijos.
Shiva y Parvati hicieron todo lo posible por consolar a Kartikeya. Prometieron encontrarle una bella esposa. Pero la sangre de Kartikeya estaba hirviendo. Él declaró: "¡No! Hago un juramento. Puesto que todos me habéis engañado, no voy a casarme con nadie en esta vida". En lo sucesivo, Kartikeya fue conocido como Kumara, que significa "el que está soltero". Habiendo hecho su juramento, Kumara dejó la casa de sus padres para vivir solo. No quiso permanecer más con su familia porque sintió que todos le habían engañado. Kumara rehusó a regresar a casa, incluso para visitar a sus padres. Ellos lo añoraban mucho, así que le preguntaron si podían ellos visitarle. Él accedió a que, cuando la noche era más oscura y no había luna, Shiva podría visitarle, y cuando la luna estaba en todo su esplendor, Parvati podría visitarle. Accedió a verlos, pero sólo en esas dos ocasiones al mes, por lo disgustado que estaba con toda su familia.

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